
La camelia es un flor de origen oriental, también llamada Rosa del Japón. Su flor es bastante grande. Posee una hilera de pétalos formando la corola o varias superpuestas. En algunas especies pueden llegar a medir más de 12 cm, y sus colores van del blanco al púrpura, rojo, rosa, salmón, amarillo o bicolor. Las hojas de la planta son muy consistentes y ovaladas, de color verde oscuro, muy brillantes.
En general, si algo caracteriza a la camelia es su variedad de tamaños, colores y formas.
COLOCACIÓN.
El lugar debe ser fresco, muy ventilado y claro, pero sin que el sol le de directamente. Tampoco es bueno que reciba corrientes de aire.
Como planta de interior el cultivo de la Camelia es difícil, puesto que no soporta las habitaciones cerradas con calefacción, pero con un ambiente fresco y muy húmedo, florecerá año tras año.
RIEGO
Hay que regarla abundantemente pero evitando encharcarla. Por supuesto, en julio y agosto, que las temperaturas suben bastante, hay que regar en mayor cantidad.
Su mayor exigencia es la humedad, que debe ser superior al 60%. Rocíala en invierno, pero evita hacerlo sobre las flores. En verano, pulveriza abundantemente el follaje.
ABONADO
Debemos abonar después de la floración y despunte, cuando ya se aprecia la yema floral en el ápice de cada rama. Fertilícelas sólo en primavera o verano, con pequeñas dosis de abono ácido, para no producir toxicidad por exceso de urea.
PODA
La camelia es una planta de crecimiento lento, pero puedes estimularlo si recortas el tallo central, en el caso de que se trate de un ejemplar demasiado espigado. Corta siempre tras la floración y sobre una yema fuerte.